Aunque la
poesía no sea el género preferente que abordo en este Librario íntimo (basta
consultar el listado de autores para comprobarlo), sí que me gusta volver a
ciertos autores que, en el mundo del verso, me emocionan y conmocionan: de
Neruda a Lope, de García Lorca a Aleixandre. O, como ocurre en esta ocasión, un
libro de Mario Benedetti, que no es otro que La casa y el ladrillo (Visor, 1993).
Del
uruguayo me traspasa el lenguaje, la facilidad de su música imposible, el ritmo
agramatical de sus renglones. Tiene limpidez de barroco y oscuridades de luz,
el cabronazo. Sabe estar siempre poeta. Y lo realmente chocante del asunto: ni
sus más extremadas opiniones políticas (con las que no siempre estoy de
acuerdo) consiguen enturbiar sus líneas o rebajarlas en su condición áurea de
Belleza. No es suceso frecuente. El poema “Bodas de perlas”, dedicado a su
mujer, es uno de los más bellos textos de amor que he leído jamás.
Como
siempre ocurre con él, subrayo en rojo líneas y líneas en el libro. Dejaré aquí
apuntadas algunas: “Segundas patrias siempre fueron buenas”. “Tengo ganas de
besar pero los labios / complementarios faltan sin aviso”. “Estábamos estamos
estaremos juntos / pero cómo ha cambiado el alrededor”. “Soy el único
especialista en mí”. “Debe haber pocas cosas en el mundo / con menos osadía que
un espejo”. “Cada viviente es un sobreviviente”. “Todo es según el dolor con
que se mira”.
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