Hace doce años, leí con auténtico interés una novela
que se titulaba La caricia del escorpión, con la que un joven escritor de Zaragoza llamado
Ignacio García-Valiño logró ser finalista del premio Nadal; luego me enteré de
que también se había alzado con los premios José María de Pereda y Torrevieja,
circunstancias que ratificaban las excelentes sensaciones que me había
provocado esa primera aproximación a su literatura. Ahora llega a mis manos su
libro Educar a la pantera (Comprender y corregir la conducta
antisocial de los más jóvenes),
donde aflora la faceta profesional de este autor, que no es otra que la de
psicólogo educativo. Como no podía ser de otra forma, me leo el libro con doble
curiosidad (como lector y como profesor), porque de las páginas redactadas por
alguien que escribe tan admirablemente y que, además, posee una dilatada
experiencia en el ámbito de la educación, espero disfrutar y aprender.
Y ambas cosas, desde luego, se logran con la lectura
de este volumen que publica la editorial Debate. Nada más empezar,
García-Valiño nos previene contra cualquier tópico idealizado que pudiéramos
tener acerca del mundo de los chavales difíciles, que son el objeto de su trabajo y su análisis: «Por
desgracia, no todos los niños se desarrollan sanos. Las circunstancias
adversas, que a menudo se confabulan con los rasgos propios del carácter, hacen
que aprendan demasiado pronto la gramática de la violencia y sean arrastrados hacia
la deriva de la inadaptación» (p.20). Pero a veces los esfuerzos del equipo
educativo sirven para lograr el éxito en la empresa. Como ejemplo nos cuenta la
impresionante historia de Ana, una chica de la ESO a la que el autor conoció en
2002 y que presentaba un grave trastorno disocial: peleas frecuentes con sus
compañeros, inadaptación al grupo, resistencia a colaborar con quienes deseaban
ayudarla, etc. Con el apoyo de las personas adecuadas, la chica encontró en el
deporte su forma de superación e integración; y hoy es una atleta reconocida
que obtiene galardones a nivel nacional.
Aquí y allá afloran en el libro las ideas
interesantes, los casos clínicos, los datos numéricos, que van explicando el
estado en que se encuentran la detección y el tratamiento de los chavales con
necesidades de corrección temprana. Nos dice García-Valiño, con argumentos
convincentes, que la situación idónea pasaría por identificar el problema en la
infancia, y no en la adolescencia, cuando ya tiene más difícil solución; pero
que no suele hacerse así porque «los menores no suelen constar en las agendas
políticas» (p.221). Indica además en el capítulo 12 de la obra que Fiodor
Dostoievski, en su novela Crimen y castigo,
ya escribió antes que Goleman sobre inteligencia emocional. Y que esta obra del
ruso debería ser de lectura obligatoria para quienes estudian Psicología.
Después va analizando los problemas planteados por la
inmigración de menores marroquíes en España, que no son casi nunca atendidos de
forma adecuada porque tan sólo se pretende instalarlos en centros de acogida
hasta que llegue el momento de repatriarlos... o expulsarlos por haber llegado
a la mayoría de edad (capítulo 14); o aborda de forma profunda el tema del
acoso escolar, que el psicólogo zaragozano interpreta desde la óptica de la
dominación de un elemento fuerte sobre uno o varios elementos débiles (capítulo
17), llegando incluso a contar que él mismo, durante su infancia, padeció las
vejaciones y humillaciones de un chico que lo amedrentó (lo explica pormenorizadamente
entre las páginas 161 y 164). Y, como colofón, los capítulos finales del libro
están reservados para los alumnos que, por su carácter duro, violento,
desequilibrado o marginal, han de ser internados en centros especiales, tipo
reformatorios. El análisis que Ignacio García-Valiño realiza sobre estos
centros demuestra que los conoce bien, y que conoce sus fallos y logros.
Nos hallamos, pues, ante un análisis de la cara menos
amable del sistema educativo: la cara oculta de la luna. Conocer esas sombras y
esas hondonadas es la mejor manera de afrontar el asunto y encontrar soluciones
eficaces que ayuden a todos los implicados: los profesores que han de lidiar
con el problema, los chavales que necesitan orientación y estímulo, las
familias, los centros escolares... Un libro espléndido y de enorme utilidad.