Tom
es un hombre de letras, que siempre ha sido fanático de Dylan, planea escribir
un libro y, aunque actualmente se encuentra en paro, ha trabajado durante algún
tiempo como crítico musical. Louise es médica (su especialidad es la
gerontología) y adora leer por las noches en la cama. Llevan casados quince
años, tienen dos hijos y su vínculo amoroso se encuentra en un punto de
inflexión desde el momento en que él descubrió que ella le estaba siendo
infiel. De hecho, Tom ha decidido irse de la casa durante un tiempo. Necesita
pensar. Necesita saber qué siente y cómo afrontar el futuro. Pero ninguno de
los dos se resigna a arrojar la toalla de manera definitiva, así que deciden
acudir a terapia de pareja con el fin de clarificar sus sentimientos.
Ese
hilo argumental es el que utiliza Nick Hornby en esta recentísima novela que ha
publicado el sello Anagrama, en la traducción de Jaime Zulaika. Y conforma con
él diez pequeños ovillos (“Un matrimonio en diez partes”, se subtitula la obra)
que nos van ayudando a entender la mentalidad, los miedos, las inquietudes, las
decepciones, las zozobras, los quebrantos de estos dos seres heridos, que a
veces parecen encontrarse en las antípodas (él votó a favor del Brexit y ella
en contra) y que a veces parecen almas gemelas. Ambos tienen motivos sobrados
para irse y para quedarse, para rendirse y para luchar, para protestar y para
pedir perdón, para hablar y para callar, para llorar y para reír… Nos pasaría a
cualquiera de nosotros: todos tenemos luces y sombras en el corazón, todos
tenemos (como dice la canción de Vetusta Morla) una colección de medallas y de
arañazos.
El estado de la unión es una novela intensa y de caminos ásperos, que nos sitúa ante espejos no siempre complacientes, que recomiendo leer de forma reflexiva, sin más testigo que tu propia conciencia. Te removerá.