Como aún
no había leído nada del infinitas veces citado Antonin Artaud, opto por
sumergirme en las páginas de El ombligo
de los limbos, traducido por Antonio López Crespo (Aquarius, 1975).
Y veo
que, para hacer verdad una de sus petulantes frases iniciales (“Yo quisiera
hacer un Libro que trastorne a los hombres”), Artaud ha puesto en la tarea todo
su atolondrado y opiáceo empeño.
Que Dios
se lo perdone. Si puede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario