No voy a
decir quién es mi hermano Antonio Parra Sanz. Quienes me conocéis a mí lo
conocéis a él, porque siempre he traído aquí sus libros con entusiasmo, fervor
y rapidez. Ahora, aprovechando las vacaciones, vuelvo a una de las obras que
publicó antes de que yo inaugurase este Librario íntimo: El sueño de Tántalo, una colección de cuatro relatos que apareció
en “La biblioteca del tranvía”.
Allí
podíamos paladear la prosa increíble de su autor, su inteligencia para idear
tramas y su infinita sabiduría a la hora de esculpir personajes.
El
primero de estos cuentos, “Tras las cortinas”, está planteado en forma de carta
amorosa, y nos depara algunas sorpresas, que poco a poco asaltan al lector con
la lentitud con que embriaga un buen vino. El segundo, “Ícaro”, nos entrega
como protagonista a Lajos Imrenhagy, un tragafuegos del que se enamora Sonia de
Grandes y que se ve envuelto en un oscuro episodio en el que resulta muerto un
hombre. “Delicatessen” es, como su propio nombre indica, una auténtica delicia
para la inteligencia, no sólo por la maravillosa forma de su escritura sino
también por ese humor macabro que destila el cuento en sus líneas finales. Y
“El sueño de Tántalo”, que cierra el volumen y le da título, nos permite
conocer a Arturo, un antiguo boxeador que, enamorado de una prostituta conocida
como La Karenina, no teme encarar el ridículo y se embarca en un propósito tan
dulce como anacrónico, que ella moderará cuando menos lo esperemos.
Cuatro
demostraciones de que Antonio Parra Sanz ya era, hace diez años, un autor de
cuentos muy valioso. Léanlo y se convencerán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario