Durante mi etapa
como estudiante universitario de Filología Hispánica recuerdo con especial
angustia el nombre de Alonso Zamora Vicente, autor del sacrosanto volumen Dialectología española. que debíamos
empollarnos de pe a pa, como si fuera el cuerpo de Cristo. Jamás he vuelto a
acercarme a la obra, por el odio africano que desarrollé hacia la asignatura.
Eso, desde luego, no me ha impedido leer después otras producciones del autor,
como este libro de relatos, que se titula Desorganización
(Espasa-Calpe, Madrid, 1975).
En él despuntan
algunas ingeniosidades, como cuando habla de una persona que tiene “toda la
dentadura a la intemperie” (p.78), o de aquella que tiene “una cenefa de
melancolía en la voz” (p.88), o de esa chica que era “rubia momentánea”
(p.153). Pero no hay un solo cuento (ni uno, de verdad; y no me mueve el desdén)
donde el brillo fulja o el primor asalte a los lectores. No hay más que
diálogos de pobres gentes, situaciones de lo más chato y muletillas por un tubo.
En resumen, un
trabajo donde hay fragmentos geniales para ilustrar en un libro de lengua el
“lenguaje coloquial”, pero poco más. Probaremos más adelante con otra obra
suya.