Termino
hoy otra de mis incursiones en el vasto territorio literario de Francisco
Umbral: Las españolas (Planeta,
1974).
El libro
está atravesado por una creatividad metafórica y visual muy llamativa, pero que
obedece al patrón que ya he degustado cien veces en las páginas de este
escritor: buenas greguerías, comparaciones atinadísimas, adjetivos como
trallazos y un dominio de vocabulario que roza la perfección. Ya no leo a
Umbral para dar mi veredicto. Ya leo a Umbral por el puro gusto de seguirme nutriendo
con su venero de preciosidades literarias. Forma parte (esto resulta evidente)
de mi particular Olimpo de elegidos, de esos escritores y escritoras que
conforman el paisaje predilecto de mis ojos. Seguiré ensanchando mis lecturas
con más libros suyos.
He
subrayado en el tomo algunas frases, que reproduzco aquí para tenerlas más a
mano: “La carne, al fin y al cabo, es más sensata que el alma”. “El matrimonio,
sesión continua del amor”. “(Marcel Proust) Quizás el escritor más grande que
ha existido”. “El escote es la playa de la mujer, junto al mar de su cuerpo”.
“El triunfo es una cosa en huecograbado y sonrisas, es como vivir en un
perpetuo domingo, y eso entontece”.
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