De
Mariano Sanz Navarro, el tuareg de la prosa murciana, me faltaba un libro por
incorporar a mi Librario (su volumen Desde el Asilo, publicado en el año
2000). Hoy, gozosamente, relleno ese hueco. Y lo hago con una enorme felicidad,
porque su lectura me ha encantado, con su equilibrada mezcla de humor,
melancolía, costumbrismo, seriedad y crítica. Y esa diversidad tonal es la que
facilita que los lectores nos mantengamos adheridos a las páginas del tomo, de
principio a fin.
En unas ocasiones, nos hablará de las mutaciones urbanas (algunas de ellas, feístas) que los políticos activan sin solicitar ni considerar la opinión de los vecinos (“Aquellas plazas…”); en otras, nos dejará sus impresiones sobre el falso refinamiento tontucio de quienes fuerzan la -s final sin ser tal pronunciación natural en ellos e incurriendo de esa forma en el ridículo vergonzante (“Las seses”); en otras, nos resumirá un refinado y sorprendente juego erótico, trufado de picardía (“El impasible”); y en otras alzará su voz contra la impertinencia de quienes, juzgándose en posesión de la verdad, tratan con ademanes dictatoriales de imponerla a otros (“La intolerancia religiosa”). Mariano, versátil y chispeante, nos habla de los calvos, de personas que viajan en coche con perros demasiado proclives a la evacuación gaseosa, de accidentes acaecidos en Tetuán, de bonsáis, de los disparates continuos de Gabino, de don Obdulio (un médico que murió por un síncope de felicidad), de Ginés el Correo y su burro rijoso o de una educada conversación imposible con el escultor don José Planes.
Siempre ojo avizor, el prosista de San Antolín cartografía su entorno y lo plasma en páginas indelebles, de las cuales sería punto menos que imposible elegir la que más me ha gustado. Les recomendaría de forma especial la hermosa semblanza del lañaor, silencioso, solemne y eficaz (pp.103-106); la historia atribulada de un mariquita de pueblo, al que hicieron sufrir desde la infancia (pp. 137-139); y, por encima de todas, el escrito titulado “El hombre”, que cierra esta obra: uno de los mejores retratos literarios y emocionales que he leído en mi vida.