Ana María Matute, Ángel Basanta, Antonio Soler,
Ramón Pernas y Pilar Cortés, componentes del jurado del premio Primavera 2007,
convocado por Espasa-Calpe, lo tuvieron claro: la novela de Care Santos que hoy
nos ocupa tenía que recibir un galardón en el certamen. Y acertaron.
Y acertaron no sólo porque La muerte de Venus sea una espléndida obra (que lo es), sino porque
la prosa de Care Santos está, en este libro suyo y en los restantes, recubierta
por una suerte de barniz mágico, por una condición magnética tal que, una vez
que los lectores rozan con sus ojos las primeras páginas, los captura y los
lleva de la mano hasta el final, sin permitirles tregua, abandono ni desvío.
La historia que se nos propone esta vez es
sumamente peculiar: Mónica y Javier se instalan en una casa enorme, que han
recibido en virtud de una herencia. Y desde el momento en que comienzan a
realizar reformas en la misma comienzan las sorpresas: olores inquietantes que
brotan del suelo, fríos súbitos, ruidos para los que resulta imposible señalar
explicación, y una perturbadora inscripción que aparece en las paredes: Me iuba (Ayúdame). Javier, más
escéptico, trata de hallar explicaciones racionales para todo lo que está
ocurriendo; pero Mónica, que se encuentra embarazada, prefiere aceptar lo que
cada vez resulta más notorio: que una presencia fantasmagórica trata de
comunicarse con ella, con un propósito desconocido. Este sugerente inicio
novelesco se verá completado con la presencia de Leónidas Xart (un investigador
de fenómenos paranormales que va acompañado por su perro Hunter), la aparición
de una escultura del tiempo de los romanos y otros detalles sorprendentes que
conviene no revelar (es justo que sean los lectores quienes los descubran por
sí solos) y que conforman una obra que ha sido documentada hasta en sus menores
detalles y que puede seducir a todo tipo de públicos.
Care Santos nos ofrece, en las páginas de La muerte de Venus, al menos tres
novelas diferentes: la primera, una narración de fantasmas; la segunda, una
novela histórica; y la tercera, tal vez más camuflada pero no menos rotunda y
habilidosa, una novela psicológica, donde se nos aproxima a los miedos del ser
humano y donde se investiga con seriedad y con rigor la piel y la carne de
nuestros pánicos.