domingo, 9 de agosto de 2020

El origen perdido




Personalmente, siempre me han parecido absurdas e histriónicas esas frases acerca de que sólo debemos leer libros que nos perturben, nos estremezcan y nos cambien la vida. O sea, “el hacha que rompa el mar helado que tenemos dentro”, como decía el exagerado de Franz Kafka. Yo creo (siempre que estén bien escritos) en los libros que perturben, en los libros que distraigan, en los libros que te hagan llorar, en los libros que te hagan reír, en los libros esenciales, en los libros superfluos, en los libros gordos y en los libros anoréxicos. Nunca me pongo la corbata para leer, ni me almidono el cuello de la camisa, ni me arrellano en una butaca con mirada interesante de pensador. Me siento con un café, abro el libro y dejo que me hable. Ya está. Sin más misticismos, ni más pedanterías.
Por eso, de vez en cuando me sumerjo en libros de Dean Koontz, Noah Gordon y otros autores que, etiquetados casi peyorativamente de “bestsellers”, provocan fruncimientos de cejas en los lectores más prejuiciosos. A mí, como digo, si las obras están bien escritas y me llevan por un sendero agradable, no me supone ningún problema aplaudir.
Y hoy aplaudo con energía la novela El origen perdido, de la alicantina Matilde Asensi, quien nos propone un viaje alucinante que, partiendo desde Barcelona y teniendo como protagonistas a tres hackers de alto nivel, nos conduce hasta el interior de las culturas aymara e inca, llenas de tocapus, yatiris, inscripciones misteriosas, pirámides ocultas bajo tierra, selvas llenas de peligros, tribus ancestrales y poderosos hechizos. Y todo ello, construido sobre una extensa documentación, que se advierte en todas las páginas pero que jamás (y es un alto logro) entorpece la fluidez de la lectura. Este mundo precolombino, de cráneos deformados y sugerencias extraterrestres (publicado varios años antes de que Steven Spielberg filmase su película sobre las calaveras de cristal) se convierte en un prodigioso imán que te mantiene aferrado al libro y con la respiración muchas veces alterada. Arqueología, historia, psicología y magia son manejadas de una forma ingeniosa por una novelista que tiene el rarísimo don de enseñar, seducir y entretener a los lectores sin que la calidad literaria se resienta.

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