Todos los
relatos que se incluyen en este libro están vertebrados por un vínculo que los
relaciona y que, juguetón, viene insinuado en el título del tomo: el mundo del
arte. En ocasiones, nos encontraremos en el ámbito de la literatura (y los
nombres de Antonio Muñoz Molina, Julio Cortázar, Lewis Carroll, García Lorca,
Cervantes, Hemingway o Tolstoi impregnan y condicionan la realidad de los
personajes); otras veces, será el universo armónico de la música el que se
extienda por el relato (John Lennon, un anónimo guitarrista, Beethoven); y otras,
en fin, será la magia insondable del cine (encarnada en las figuras famosas de
Jack Lemmon, Clint Eatswood o Roberto Benigni) la que sirva como bastidor para
que el cuentista jienense esculpa su propuesta.
El
resultado es un libro espléndido, diamantino, en el que advertiremos brillos
diferentes según la faceta sobre la que posemos los ojos: los secretos amorosos
y virulentos que el corazón humano puede albergar (“El sol de los muertos”); la
melancolía que a veces se esconde en las habitaciones cerradas de nuestro
pasado (“Días de vino y rosas”); las turbulencias a las que puede conducir un
ejercicio de deslealtad (“Strawberry fields forever”); la grandeza que anida en
el corazón de los más nobles, que con un gesto minúsculo son capaces de aliviar
el alma herida de otras personas (“Duelo al sol”); la venganza reversible que
se desliza entre una emperatriz despechada y un genio musical soberbio
(“Concierto de Año Nuevo”) o la denuncia del mundo bélico a través de un
accidente y una novela de lectura inacabada (“Guerra y paz”).
No
resulta extraño que casi todos los relatos de este volumen (que publica el
sello Malbec) hayan obtenido aplausos y galardones en importantes certámenes de
cuento por toda España: desde el Gerald Brenan o el Hucha de Oro hasta el
Unicaja o el Encarna León.
Francamente
bueno.
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