La
historia es bien conocida desde que Homero nos facilitó la secuencia en su
monumental obra La Odisea: Ulises
retorna de la guerra de Troya y se dispone a instalarse de nuevo en su isla de
Ítaca; pero algunos dioses, que mantienen frente a él una actitud beligerante y
vengativa, han decidido impedir esa vuelta. Y el pobre barco de Ulises,
tripulado por sus más fieles guerreros y capitaneado por él, se convierte en un
juguete para Poseidón y Eolo. En una de las ocasiones en que tocan tierra se
encuentran con el cíclope Polifemo, gigante de un solo ojo y costumbres
antropófagas bastante incómodas, que decide comerse a todos los nautas uno
detrás de otro… hasta que el astuto esposo de Penélope descubre la forma de
impedir su sangrienta fechoría.
En la
formulación dramática que Eurípides tituló El
cíclope (que leo en la versión de Juan Antonio López Férez) nos encontramos
con una variante de esta historia, en la que Sileno, un sátiro al que el
gigante mantiene secuestrado y usa como apacentador de sus rebaños, intenta
vender queso y carne a Ulises a cambio de vino. Descubierto, alegará que el rey
de Ítaca intentaba obtener esos productos haciendo uso de la violencia. Ulises,
rebelándose contra esa versión y temiendo la ira del engendro, le pide respeto
en nombre de los dioses. El cíclope desgrana ante él el discurso quizá más
interesante de toda la obra, en el que resume su forma de ver la existencia
(“Beber y comer cada día, eso es Zeus para los hombres sensatos. Y, además, no
afligirse por nada. Y a los que dispusieron las leyes complicando la vida de
los humanos, los mando a paseo”).
La
comicidad de algunos instantes de la pieza (con alusiones sexuales y priápicas
incluidas) adereza el conjunto hasta fundir humor y dramatismo en una mezcla
admirablemente equilibrada.
1 comentario:
Cómo me transportas a mis años estudiantiles... Fíjate si me gustaría Eurípides, que en mi casa siempre ha habido algún gato, perro, burro o bicho con ese nombre 🤗🥰💋
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