martes, 5 de mayo de 2020

La antesala




En la obra teatral La antesala, Diana de Paco Serrano nos plantea una situación muy curiosa. En escena tenemos a un montón de personas que están situadas ante lo que parecen ser las ventanillas de una administración pública. Todos estos seres están tensos, nerviosos, hacen cola de forma incómoda, discuten por las nimiedades más asombrosas, se pelean por el sitio que ostentaban o que desean lograr, cogen y rellenan formularios, etc. Pepe, que acaba de llegar, está bastante desconcertado, como si no supiera dónde se encuentra. Está vestido con ropa de noche (un absurdo pijama) y mira con perplejidad a su alrededor. Su esposa, tan desconcertada como él, llega muy pronto. Un señor servicial les explica lo que ha ocurrido, y la causa que los ha llevado a esa “antesala de la sala” (p.105).
A partir de ese momento, ambos tratarán de actuar conforme exige el decoro de la situación, tan inquietante como previsible, tan asombroso como terrible. Y el lector (o el espectador), que comprende muy bien la metáfora que la autora murciana le está trasladando, traga saliva mientras espera el desarrollo de los acontecimientos, para saber qué ocurrirá finalmente con todos los personajes que se mueven por la escena.
Es una obra de trazado ágil, elegante y sólidamente llevada, que hubiera hecho las delicias de Jean-Paul Sartre (por las conexiones que podemos establecer con Huis clos), y donde Diana de Paco demuestra una soltura realmente notable en los diálogos, en el manejo del sentido del humor y en la profundización psicológica de los personajes.

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