En una de
las primeras páginas de esta obra que MurciaLibro acaba de editar a María
Teresa Cervantes, Gran Matriarca de nuestras letras, nos dice la autora, con
expresión inquietante, que “habrá que hacer las maletas”. Pero cuando he
terminado el volumen tras una emocionada lectura he llegado a la conclusión de
que esa frase no alude a ningún tipo de clausura, despedida o testamento, sino
a la voluntad bellísima de repasar el pasado, doblarlo con parsimonia e
introducirlo en la maleta del corazón, para que su perfume acompañe durante el
resto del viaje, que ojalá que se extienda durante muchos más años.
Y es que,
en efecto, la gran poeta cartagenera puede considerar que le ha llegado “la
edad del cansancio” (la fórmula es suya); pero esa consideración cronológica no
empaña el poderío literario y existencial de una mujer valerosa que se deja
guiar siempre por el “anhelo obstinado de ser vida en la vida”. ¿Se podrá alzar
una bandera más luminosa, más esperanzada, más admirable?
Contándonos
sus visiones juveniles de la cordillera Taunus o del bosque de Kottenforst, sus
paseos por la capital francesa, su amor por la literatura de Léopold Sédar
Senghor, sus recuerdos melancólicos o tiernos, o sus reflexiones sobre la
figura anhelada y anhelante (o deseada y deseante, para inscribirnos en la línea
juanramoniana) de Dios, la poeta y ensayista nos invita a introducirnos en su
pasado y en su presente, a entender mejor los latidos de su alma y a descubrir
cómo en ocasiones la delicadeza se encarna en el Verbo de una escritora
auténtica, a la que conviene leer con tanta atención como aplauso.
1 comentario:
Mejor, imposible.
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