Cada
escritor, por regla general, se siente cómodo en un determinado terreno. A
Oscar Wilde le complacen los ambientes y personajes frívolos: nobles ociosos,
que sonríen irónicos mientras profieren aforismos presuntamente escandalosos;
salones elegantes, de los que entran y salen sirvientes circunspectos; charlas
sobre moda, moral o residencias vacacionales; licores vertidos en copas de
cristal tallado… Ese mundo falso y etilista, en el que todos esconden sus
verdaderas personalidades para disfrazarse de diletantes o cínicos, es el
ámbito en el que el escritor dublinés se muestra más desenvuelto.
Ocurre
así también en El abanico de lady
Windermere, una obra teatral que leo en la traducción de Ricardo Baeza y en
la que una enigmática mujer, llamada lady Erlynne, se convertirá en el eje de
todo. Al parecer, lord Windermere la visita con sospechosa frecuencia; al
parecer, le está haciendo cuantiosos pagos mediante cheques; al parecer, el
mayor de los secretos rodea el pasado (y el presente) de esta mujer de moral
criticable; al parecer, todo Londres está informado de esta situación, menos
Margarita, la esposa de lord Windermere, cuyo cumpleaños se celebra hoy… Así
que cuando, en el mismo día, una amiga le habla de la existencia de lady
Erlynne y, al tiempo, su marido le pide que la invite a la fiesta de
cumpleaños, el pecho de lady Windermere entrará en combustión. ¿Cómo es posible
que su esposo se atreva a sugerirle esta ignominia? ¿Cómo pretende que reciba a
su amante en su propia casa? Varias informaciones sobre el pasado (que los
lectores recibiremos de forma escalonada) nos permiten comprender las razones
que mueven a lord Windermere. Y el misterio de sus pagos a lady Erlynne.
La trama
es levemente artificiosa, y está adobada con detalles inverosímiles, pero a
Wilde se le pueden perdonar esos defectos a cambio del chisporroteo de frases
que nos deja, para paladear y conservar en la memoria. Anotaré algunas, para
que la amnesia no las erosione y para que resulte más irrenunciable la lectura
de la pieza: “Hay tanta gente que va por ahí echándoselas de buena, que casi me
parece una prueba de modestia echárselas de malo”. “Yo puedo resistir a todo,
menos a la tentación”. “La vida es una cosa demasiado importante para hablar de
ella en serio”. “Hoy día, ser comprensible es una falta de habilidad”. “Soy la
única persona en el mundo que me gustaría conocer a fondo”. “En cuanto alguien
está de acuerdo conmigo, se me antoja que debo estar equivocado”. “Un cínico es
un hombre que conoce el precio de todo y el valor de nada”. “Experiencia llama todo el mundo a sus
errores”.
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