viernes, 15 de mayo de 2020

Los desorientados




¿Quién no ha estado perdido alguna vez? ¿Quién no ha vacilado ante los cruces de caminos que la vida le colocaba delante, sin indicaciones que le permitieran deducir cuál de los senderos era el que mejores augurios entrañaba? Unos vacilan en el amor; otros, en el ámbito de los estudios; otros, en la ciudad a la que deben trasladarse; otros, en el oficio que mejor desempeñarán. Nadie, absolutamente nadie, queda a salvo de estas disyuntivas, de estas inquietantes bifurcaciones (salvo quizá los locos y los santos).
La dramaturga mexicana Maruxa Vilalta (1932-2014) nos propone en su pieza Los desorientados un paseo por los efectos que esas incertidumbres, decisiones y miedos generan en el mundo de la juventud. Y para lograrnos nos presenta a Diego, universitario y escritor pobre que sueña con redactar un libro memorable que le haga ser escuchado en el futuro y le permita conseguir dinero para adquirir un automóvil; y nos explicará que el chico está enamorado de Carlota, muchacha hermosa que ejerce la prostitución (incluso con el propio padre de Diego); y nos explicará también que Julia está enamorada de Diego, pero que su obcecación y su ceguera con respecto a Carlota la impulsarán a los brazos de Darío, un chico que trabaja para el padre de Julia; y nos explicará también que Gabriela lleva aparato en los dientes, y que está enamorada inútilmente de Diego; y nos explicará que Esteban es un buen chaval, que lava platos para conseguir dinero con el cual ayuda a su madre a pagar la medicación…
Todos juntos (fácil resulta observarlo) constituyen una galaxia de jóvenes normales, con problemas y con decisiones normales, con amores y trabajos normales. Pero cada uno de ellos se siente atravesado por el dolor de la niebla, de la que no sabe salir y en la que se ahoga sin remisión: no logro escribir el libro que quiero, no consigo a la persona amada, no soy capaz de encontrar mi camino. Y esa acumulación de pequeñas congojas impregna sus vidas hasta teñirlas con el color marrón de la amargura, de la que tan difícil resulta escaparse. Maruxa Vilalta, con gran habilidad dramática, les da vida para que nosotros, viéndolos, nos veamos.

2 comentarios:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Ni conocía a esta dramaturga, vaya 🤔💋

Juan Carlos dijo...

Muchas gracias, Ruben, por darme a conocer a Maruxa Villalta, dramaturga mexicana que en mi ignorancia desconocía completamente. Tomo nota de su nombre y de esta obra.
Un abrazo