El
engorro al que tiene que hacer frente el sensato burgués Gorgibus no es nada
pequeño: tiene que concertar el matrimonio de su hija y de su sobrina con dos
honorables caballeros. Dicho así parece fácil, pero es que las muchachas son
dos almas de cántaro que, influenciadas por la lectura de unos libros cursis,
adolecen de ñoñeces insufribles y se muestran también bastante melindrosas con
respecto a las pretensiones de Gorgibus (la sobrina llega a pronunciar estas
palabras en la quinta escena del primer acto: “Encuentro el matrimonio una cosa
completamente molesta. ¿Cómo puede sufrirse el pensamiento de acostarse con un
hombre totalmente desnudo?”).
Todo en
ellas (su vocabulario afectado, su vestimenta atildadísima y sujeta a los
menores vaivenes de la moda, sus gestos, sus ideas sociales) es fatuo,
superficial y risible. Y su máxima aspiración, que no se molestan en esconder,
consiste en ser valoradas como árbitros del buen gusto en su ciudad. Así que el
terreno está lo bastante bien abonado como para que dos sirvientes bribones
(Mascarilla y Jodelet) decidan burlarse de ellas fingiéndose nobles.
Eficaz
como siempre, Molière construye en esta pieza una burla demoledora contra los
excesos de la afectación, que convierte a sus protagonistas en seres patéticos,
falsos y vulnerables; y nos regala una hora de lectura absolutamente
maravillosa. (Nota: he ido cotejando esta traducción con la de Julio Gómez de
la Serna para la editorial Aguilar, y el ejercicio me ha parecido sumamente
interesante).
2 comentarios:
Me encantan ambas piezas, hacía mucho que no leía a Molière y ha sido como abrir el baúl de los recuerdos y volver a años y momentos deliciosos.
Me encanta.
Besos 💋💋💋
Hermoso texto!
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