Decía
Miguel de Unamuno (creo recordar que era él) que la poesía es demasiado
importante como para transformarse en música. Imagino que, en realidad, quiso
referirse a música machacona, a música de charanga o martilleo. Porque en caso
contrario erró. La poesía auténtica es, en sí misma, música. No es que se
sostenga sobre los ritmos de la música o que la requiera para mejor ser
degustada, sino que es música. La demostración más evidente la acabo de
encontrar en las breves (pero intensas y bellas e inolvidables) páginas del
libro Junto al lago, con el que Antonio Colinas inauguró su producción
poética en el año 1967.
La
forma en que dibuja endecasílabos es (elegiré un superlativo aleixandrino, que
le conviene y lo define) perfectísima. Y con ellos nos resume y exalta un amor
que ya no está, pero que sigue reinando en el centro de su corazón (“Estos
poemas nacen de tu ausencia”), porque las emociones que conquistan nuestro
espíritu no es factible olvidarlas, y suspiramos de continuo por recuperarlas
(“Amor, si ahora / vinieses a mi lado, cuánto gozo / libaría la noche
temblorosa / en mi pecho encendido, cuánta música / destilarían estas cumbres
hoscas”). Desde el día en que se produjo el descubrimiento de la amada, todo
cambió para el poeta: la luz, la temperatura de su alma, el brillo de sus
pupilas (“Un día te encontré y te pertenezco. / Estoy en deuda con tus ojos
vivos. / Deja que, una vez más, yo sienta el peso / tan dulce de tus manos en
mi carne / ebria, rendida, esperando el beso”). Y se muestra convencido de que
ella experimenta las mismas sensaciones que a él lo embargan (“Bien sé que
aunque estás lejos no me olvidas”) y que ambos comparten “el llanto cotidiano
del recuerdo”. Ninguna fuerza humana ni divina lo apartará de la ilusión y de
la ebriedad, que se resume bellamente en el poema IX: “Vivir, digo creyendo en
la esperanza. / Vivir, amor, soñarte desde el fondo, / subir hasta tus labios,
despertarme / soñando con ser sueño de tus ojos”.
Cuando un poeta pronuncia un primer libro tan magnífico hay que sumergirse en sus demás obras. Lo haré.
1 comentario:
Líneas hermosas, sin duda.
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