Nunca
somos plenamente conscientes de en qué detalles o ambientes dejamos una huella
de nuestra propia alma. Imagino que cada ser humano, como es lógico, dispondrá
de su propio sistema para manifestarse o para abonarse a la eternidad. Por
convención, podríamos admitir que los escritores lo hacen internamente
en sus libros y externamente en sus bibliotecas: acaso esa afirmación no
constituya una idea insensata. De ahí que una obra como Los reinos de papel,
del madrileño Jesús Marchamalo (Siruela), que cuenta con el apoyo de la
Fundación Miguel Delibes, se erija en mostración ejemplar de cómo algunos
creadores han dibujado y compuesto en sus hogares ese espacio de libertad,
belleza y cultura al que llamamos “biblioteca”.
De
tal forma que, con el respaldo visual de unas preciosas imágenes, caminamos por
los salones, buhardillas y gabinetes de gigantes de las letras como Bernardo
Atxaga, Manuel Vicent, Antonio Colinas, Manuel Longares, Lorenzo Silva, Luis
García Montero o el propio Miguel Delibes. Y nos enteramos de un impagable
caudal de anécdotas, que complementan y mejoran nuestro conocimiento de todos
ellos: que Julio Llamazares se inició en el mundo de la lectura devorando y
cambiando novelitas del Oeste en los quioscos; que la Antagonía de Luis
Goytisolo se gestó durante el confinamiento al que fue condenado en una cárcel
franquista; que Félix de Azúa tomó prestado un ejemplar de Tristam Shandy
en la casa de Juan Benet (quien se irritó, pensando que se lo había robado);
que Luis Antonio de Villena ideó un truco para colocar tres franjas de libros
en cada balda; que Vicente Molina Foix fue una de las personas que portaron el
féretro de Vicente Aleixandre y que ama tanto los libros que “les ha puesto un
piso”; o que Rosa Montero dispone de un autógrafo que Picasso le dedicó al
padre de la escritora, que era torero.
Describiendo con cámaras y fotografiando con palabras, Jesús Marchamalo nos sigue ofreciendo una imagen cercana y distinta (detallada siempre, hermosa siempre) de muchos escritores a quienes leemos con admiración desde hace años.
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