Vicente
Blasco Ibáñez fue un maestro. Y lo fue, entre otras cosas, porque cuando te
enfrentas a una de sus historias cortas intuyes cómo y por dónde va a girar el
argumento; pero, a pesar de todo, el valenciano logra que te emociones igual.
Sus artimañas narrativas, fruto del talento y de la experiencia, resultan
siempre muy eficaces. Y también lo son en El réprobo, una novela breve
que nos sitúa en el interior de un convento de monjas. Allí se encuentran las
religiosas viviendo una existencia gris, sin demasiados alicientes, hasta que
ingresa la joven Genoveva de Oliva, hija de un rico casquivano y manirroto, que
ha malbaratado su fortuna y la ha dejado en complicada posición con el resto de
la familia, que se muestra renuente a mantenerla. Con el nombre de sor María
del Lirio pretende encontrar la paz entre los muros de aquel recinto.
También
gris y también con escasos alicientes transcurre la vida de Rafael, joven
músico que, por tradición familiar, se encarga de tocar el órgano del convento.
A diferencia de sus ancestros, él sí que compone su propia música, que regala
los oídos de las monjas. Ellas, que lo conocen desde niño, lo cuidan y agasajan
como si lo siguiera siendo, acogiéndolo con un cariño casi maternal. La
sensibilidad del muchacho es tan acusada que su salud se mantiene siempre
pendiente de un hilo.
Lógicamente,
las trayectorias de Rafael y Genoveva se terminarán cruzando, y lo que surgirá
entre ellos solamente admite el nombre mundano de amor, emoción que por las
circunstancias que los rodean no pueden permitirse.
Utilizando
la voz narrativa del médico que atendió los meses finales de Rafael, Blasco
Ibáñez nos va presentando una historia reconstruida a base de testimonios
parciales y suposiciones, que envuelve irremisiblemente a los lectores con su gran
sensibilidad, su poder seductor y su emocionante final.
Lo dicho: un novelista al que se debe seguir frecuentando.
1 comentario:
Me siento un poco avergonzada, lo primero porque tengo este libro dentro de una colección que era de mis padres (imagínate la de años que hace que está en casa) y sin embargo es uno de los pocos de Blasco Ibáñez que no he leído. Y segundo que como Valenciana, y que se me ha llenado la boca de decir que lo había leído todo de Blasco Ibáñez, reconozco mi mentirijilla 🤭☺️💋
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