Salvo
algún poema aislado, que encontré en una antología, la verdad es que nunca me
había propuesto leer un libro completo de Nicolás Guillén. Pero he aprovechado
una tarde final de 2021 para recorrer Cantos
para soldados y sones para turistas, donde me he encontrado con la voz
ingenua, musical y transparente del cubano, que alza su voz contra los desmanes
de unos soldados que, siendo pueblo, lo olvidan con demasiada facilidad para
aplicar sus castigos y sus balas contra ese pueblo al que pertenecen. En realidad,
aunque su vestimenta les haga pensar que están “por encima” de sus
compatriotas, no dejan de ser unos esclavos del poderoso, unos “bueyes gordos”,
agradecidos y serviles, que deberían negarse “a morir por petróleo o por
asfalto”. Y, por supuesto, a matar a quienes son en el fondo tan pobrecitos
como ellos.
Igualmente,
Nicolás Guillén explica a los turistas que visitan su Cuba natal que con el
alcohol (él escribe “alcol”) que trasiegan entre risas (y con la comida que
arrojan a la basura) habría dinero bastante para curar y alimentar a todos los
pobres de la isla. Y llama su atención también de forma muy enérgica sobre la
ignominia de los desahucios, que dejan a pobres gentes en la calle, sin un
techo bajo el que cobijarse.
Usando poemas musicales y de trazo popular (aunque también ensaya, por ejemplo, el soneto en alejandrinos: véase “Yanqui con soldado”), y eligiendo las palabras más sencillas y cercanas, el poeta de Camagüey compone un libro leve, rítmico y comprometido, que se lee en apenas una hora.
1 comentario:
Me encanta el título, me gustaría que fuera una idea mía, pero me conformaré con leerlo 😅😅😅
Besos.
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