Hay libros que se premeditan, pero también hay libros que,
airosos, volubles y juguetones, se urden solos de manera inesperada. Se
escriben páginas, se dan a la luz pública y de pronto, por sorpresa, sus líneas
se ordenan con perfección de tangram y cristalizan en un volumen, que una
editorial generosa da a luz. Esta última situación es la que parece concretarse
en el tomo A la intemperie, de Charo
Guarino Ortega, que el sello La Fea Burguesía acaba de lanzar.
Se trata de un conjunto de textos que el diario La Opinión fue
publicando durante el mes de agosto de 2020, aunque no sé si definirlos como
“artículos”. A mí me han fascinado sobre todo por su condición de viñetas, por
su caudal de recuerdos y reflexiones, por los retratos que insinúa, por los paisajes
en los que se recrea. Y, siempre, por el amor que palpita en todos los
párrafos: amor a un atardecer, a las curvas rugosas de un árbol, a la familia,
a sus profesores dilectos, a la cultura grecolatina, a las etimologías
fulgurantes, a las personas que caldearon su vida y ahora se adormecen en la
niebla del Alzheimer, a los viajes con amigas, a las luces de las Perseidas
brillando sobre noches inolvidables.
Hasta ahora, lo que conocía de esta escritora era su
territorio de versos, su aliento lírico. Pero he podido comprobar que en su
prosa alienta la misma pasión por la belleza y la verdad, por el pasado y el
presente, por las gentes y los paisajes. Y eso me permite deducir que la
gramática de su mirada es idéntica (e idénticamente firme) en ambos territorios:
la atención al detalle, el mimo con que acaricia cada una de las palabras, la
lentitud de unos ojos que quieren empaparse de la vida para que ninguna de sus
gotas se desperdicie sin ser saboreada. Ama la cerveza (salvo que sea ecológica
o sin alcohol), ama la siesta, ama los objetos que rodean nuestro existir y que
se van impregnando de nuestro aroma, ama la tolerancia y los idiomas, ama los
viajes, ama el calor de los abrazos, ama las etimologías, ama los libros.
Clásica y actual, la voz de Charo Guarino constituye un lujo para sus lectores.
3 comentarios:
Bellísimo y sencillo libro que alienta las ganas de vivir aprendiendo, sabienso y amando a las personas. Muy bien, Rubén.
No conozco a esta autora. pero ya sólo que sea poeta, que en prosa escriba igual si no mejor que en verso, y que, además, ame la cerveza de verdad, o sea, la que no es ecológica y lleva alcohol, me la ha hecho atractiva y simpática literariamente hablando procuraré tener con ella un contacto lector. Muchas por ello.
Un abrazo
Una muestra más de la sensibilidad, el buen gusto y la capacidad de captar la realidad de la autora. Enhorabuena a ambos.
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