lunes, 5 de abril de 2021

Amor pasión

 


El narrador de esta historia (es decir, el profesor universitario que redacta una larga carta dirigida a su amigo César) siempre se ha considerado heterosexual: le gustan las mujeres, ha tenido novias, parejas estables, enredos efervescentes con algunas de sus alumnas y ojos exoftálmicos cada vez que se cruza por delante una hembra de rompe y rasga. Pero un día, sin que acierte a explicarse el motivo, sus pupilas se detienen en un chico. Es jovencísimo, delgado, moreno; y su amigo Diego, que se encuentra junto a él en ese instante, le aclara la situación: “Sí, ya lo creo, un muchacho muy guapo. Pero además de ser algo pequeño, ése es de los que cobran. […] Claro, hombre, un chulito. Quinientas pesetas por irse a la cama con quien sea” (p.19). ¿Cómo se explica que su corazón se acelere y que sienta la necesidad de acostarse de inmediato con él? “Por supuesto, aquello no era amor. Creo que tampoco era sexo (aunque el sexo no esté ausente de ningún deseo), creo que era, ante todo –como si se tratase de un heterodoxo poema modernista– una ambigua figuración mágica, dorada, y llena de luz (oscura luz de su piel) de la Belleza” (p.22).

A partir de entonces, la figura de Sixto se convierte en un imán, en una obsesión, en una búsqueda. Da igual que el muchacho apenas tenga quince años; da igual que lo sepa un cuerpo promiscuo y alquilable; da igual que continúe manteniendo relaciones heterosexuales de forma preferente. Sixto es el fulgor, la plenitud, lo apolíneo y lo dionisíaco mezclados; y cada vez que coincide con él en una fiesta, en la casa de un amigo o en la calle, el impulso de desnudarlo y acariciarlo vuelve y lo domina. Hombre culto, el narrador invoca a Cavafis, invoca a la Lolita de Nabokov, invoca a Pigmalión; sabe que es una relación condenada a brillar unos meses y luego extinguirse, como una pavesa que enciende la noche y después se agosta. Pero ni sabe ni quiere evitar ese impulso intens0, inexplicable, dulce y fogoso, a la que solamente al final accederá a ponerle un nombre.

Una novela del poeta Luis Antonio de Villena que en su tramo final incorpora interesantes reflexiones sobre el amor, la pasión, la Belleza, lo Ideal, el amor de la vida cotidiana o la ternura, y que difícilmente dejará indiferente a ninguno de sus lectores.

No hay comentarios: