jueves, 5 de marzo de 2020

Cuando los tontos mandan




Desde hace años, leo y admiro a Javier Marías (desde el punto de vista literario, siento debilidad por esa familia, porque también he aplaudido a su hermano Fernando y a su padre Julián), así que periódicamente me gusta acercarme a sus obras. Hoy me decanto por un libro recopilatorio, donde se reúnen artículos que publicó durante 2015 y 2016 (Cuando los tontos mandan) que, naturalmente, no me ha defraudado.
Y utilizo ese adverbio porque suelo mostrarme conforme tanto con los análisis que efectúa el escritor como con las conclusiones que extrae; y, por supuesto, me encanta la forma en que los escribe. Afinidad, creo que llaman a esa figura. En mi opinión, Javier Marías atesora una mente clara, un juicio fino y ponderado, una cultura siempre oportunamente aportada al texto y, obvio, un exquisito talento literario.
En esta obra nos habla de la crueldad inmisericorde y gratuita de los desahucios, que perjudican a las víctimas y no benefician económicamente a los verdugos (tras quedarse con las viviendas, los bancos no saben qué hacer con ellas); de la ignorancia adánica de quienes pretenden convertirse en continuos descubridores de mediterráneos, sin ser conscientes de su condición ignara y patética; de la estulticia incomprensible de quienes, renunciando a leer de forma voluntaria, se asemejan a una lechuga o un taburete; del absurdo de la enseñanza bilingüe, en la que ni se enseña en profundidad la materia ni tampoco el idioma; de la ignorancia que aceptamos (que sus partidos políticos nos hacen aceptar) sobre la idoneidad de sus representantes para encabezar alcaldías o manejar dinero público; del error de mostrarse dialogante con colectivos asesinos como el DAESH, que sólo aceptan el exterminio de sus oponentes de una manera radical y ejemplarizante; del infantilismo que supone no aceptar las opiniones discrepantes porque “perturban” nuestra calma granítica y sorda; del anacrónico esperpento que supone el proceso catalán; de la absurda rendición que algunos acometen justificándose o disculpándose por cualquier majadería que “ofende” al colectivo matonil de turno; de la interesada abolición del pasado, que es visto con desdén, rencor o burla; de la ignorancia en que crecen nuestros jóvenes gracias a “los crueles zopencos que hoy diseñan y dictan nuestra educación” (página 125); de… ¿Es necesario seguir? La radiografía de España, de Europa y del mundo que Javier Marías nos pone ante los ojos es cristalina, enérgica y razonada.
Quien esté dispuesto a escuchar y pensar, adéntrese en estas páginas.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Pero si los tontos mandan siempre, desde el principio de los tiempos, ya sabes el refrán: dame pan y llámame tonto 🤤🤤🤤

Besukis.