martes, 17 de marzo de 2020

La cifra mágica




Ana María Tomás es un ejemplo de versatilidad literaria, que ha pulsado géneros muy dispares (desde el articulismo hasta la poesía, sin desdeñar las cartas, los cuentos y hasta el libreto de una zarzuela) y que ha sometido sus producciones al veredicto (en ocasiones laudatorio) de todo tipo de jurados. Su primer volumen publicado fue éste que hoy nos ocupa: La cifra mágica (1997), un poemario de amor en el que la escritora buscaba la fusión con el amado (“Tus venas serán mi laberinto”, p.7) y donde alcanzaba imágenes de gran poder lírico y visual (“La tarde, de luces desnucadas, inventa charcos de recuerdos contigo”, p.10). Ese sentimiento llena de azúcares el alma y los labios de la escritora, quien reúne trepidaciones de huracán y fiebres volcánicas en sus versos.
Pero, como ocurre con casi todos los amores, éste llega de un modo inevitable a su consunción; y entonces queda en el cielo del paladar una desagradable aspereza (“Es tu ausencia mi veneno”, p.42), que lo impregna todo y que todo lo inunda de amarguras.
En el fondo, se trata de comunicarnos poéticamente la diacronía del amor; y, para lograrlo, nos conduce de la mano hasta el Everest, y desde allí nos baja hasta la Fosa de Filipinas. Subida al cielo y bajada al Hades.
Toda una experiencia.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

¡Ay ay ayyyyy! Tus venas serán mi laberinto 🥰 ya he caído rendida.

Besitos.