jueves, 12 de marzo de 2020

Postales en un cajón de galletas




Existe una madurez (personal y poética) que nada tiene que ver con las arrugas que se trazan en el exterior del cuerpo o con los achaques que hieren por dentro de él. Esa madurez, que quizá podríamos bautizar también con el nombre de sabiduría, consiste en aceptar que ser es haber sido. Que somos, al modo quevedesco, presentes sucesiones de difunto: sedimentaciones de yoes que fueron nuestro yo y que, sumadas, entregarán nuestro legado a la muerte. Que somos (y el verso ahora lo pone el autor de este libro en su página 33) “piel y laberinto”.
Ángel Manuel Gómez Espada, que se va acercando al medio siglo de vida, acepta esa evidencia y, en Postales en un cajón de galletas (XII premio de poesía Dionisia García), gira sus ojos hacia los dos taludes que rodean el paréntesis del presente: la infancia y el futuro. Sobre la primera comienza mintiéndonos en el primer verso de la obra (“Poco queda de lo que entonces fuiste”), porque Pessoa ya dictaminó que el poeta ha de ser embustero y fingidor, para borrar pistas. Pero en ella aparecen la madre, “vestida de polen hasta las cejas”; el padre, con quien corre tras una pelota sobre el césped; el abuelo, cuya mano sigue presente en su memoria; o las viejas canciones y detalles de los años ochenta, que ponen banda sonora y ruido de futbolines en su ayer. Y sobre el futuro aventura la placidez de estar junto a la persona amada (“El mañana es un sofá. / Tú y yo, / envejeciendo”), consciente de haber recorrido junto a ella la parte más hermosa del camino, cogidos de la mano. En medio, todas las experiencias, avatares, sueños, luces y sombras de la actualidad, que nos construye y nos erosiona a diario.
Libro sereno e inteligente, lleno de máquinas quitanieves, de álbumes de recortes, de viejas estaciones ferroviarias, de hoteles líricos, de cicatrices madrugadoras, de estrellas polares y de filosofía (acúdase al poema “Leyendo a Du Fu”, en la página 42), estas largamente esperadas Postales en un cajón de galletas nos devuelven la voz de uno de los escritores más interesantes y más sabios que se pueden encontrar en el panorama actual.

1 comentario:

La Pelipequirroja del Gato Trotero dijo...

Yo guardo fotos en una vieja caja de Colacao que tenía mi abuela...ya sabes, no puedo resistirme a unos versos 🥰💋