Desde
hace años, leo y admiro a Javier Marías (desde el punto de vista literario,
siento debilidad por esa familia, porque también he aplaudido a su hermano
Fernando y a su padre Julián), así que periódicamente me gusta acercarme a sus
obras. Hoy me decanto por un libro recopilatorio, donde se reúnen artículos que
publicó durante 2015 y 2016 (Cuando los
tontos mandan) que, naturalmente, no me ha defraudado.
Y utilizo
ese adverbio porque suelo mostrarme conforme tanto con los análisis que efectúa
el escritor como con las conclusiones que extrae; y, por supuesto, me encanta
la forma en que los escribe. Afinidad, creo que llaman a esa figura. En mi
opinión, Javier Marías atesora una mente clara, un juicio fino y ponderado, una
cultura siempre oportunamente aportada al texto y, obvio, un exquisito talento
literario.
En esta
obra nos habla de la crueldad inmisericorde y gratuita de los desahucios, que
perjudican a las víctimas y no benefician económicamente a los verdugos (tras
quedarse con las viviendas, los bancos no saben qué hacer con ellas); de la
ignorancia adánica de quienes pretenden convertirse en continuos descubridores
de mediterráneos, sin ser conscientes de su condición ignara y patética; de la
estulticia incomprensible de quienes, renunciando a leer de forma voluntaria, se
asemejan a una lechuga o un taburete; del absurdo de la enseñanza bilingüe, en
la que ni se enseña en profundidad la materia ni tampoco el idioma; de la
ignorancia que aceptamos (que sus partidos políticos nos hacen aceptar) sobre
la idoneidad de sus representantes para encabezar alcaldías o manejar dinero
público; del error de mostrarse dialogante con colectivos asesinos como el
DAESH, que sólo aceptan el exterminio de sus oponentes de una manera radical y
ejemplarizante; del infantilismo que supone no aceptar las opiniones
discrepantes porque “perturban” nuestra calma granítica y sorda; del anacrónico
esperpento que supone el proceso catalán; de la absurda rendición que algunos
acometen justificándose o disculpándose por cualquier majadería que “ofende” al
colectivo matonil de turno; de la interesada abolición del pasado, que es visto
con desdén, rencor o burla; de la ignorancia en que crecen nuestros jóvenes
gracias a “los crueles zopencos que hoy diseñan y dictan nuestra educación”
(página 125); de… ¿Es necesario seguir? La radiografía de España, de Europa y
del mundo que Javier Marías nos pone ante los ojos es cristalina, enérgica y razonada.
Quien
esté dispuesto a escuchar y pensar, adéntrese en estas páginas.
1 comentario:
Pero si los tontos mandan siempre, desde el principio de los tiempos, ya sabes el refrán: dame pan y llámame tonto 🤤🤤🤤
Besukis.
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