Todos tenemos una madre o una
abuela que crecieron en los años posteriores a la guerra civil de 1936; o hemos
visto películas ambientadas en aquel mundo; o hemos leído obras de Carmen
Laforet, Miguel Delibes o Camilo José Cela, que nos contaron aquel mundo de
mojigatería, religiosidad superficial, militarismo casposo e hipocresía de
cretona. Así que este ensayo lúcido, documentadísimo y de enorme amenidad,
firmado por Carmen Martín Gaite y que obtuvo el XV Premio Anagrama en la
modalidad de ensayo, constituye un repaso impagable con el que refrescar
nuestras nociones sobre aquellos años cuarenta y cincuenta, que tan cercanos
están y tan lejanos se nos antojan.
Todos los elementos que
burbujearon en aquella España son aquí analizados con rigor, buena memoria y
objetividad: la ambivalencia que se mantenía frente a los Estados Unidos, a
quienes se juzgaba inmorales mientras se les envidiaba en secreto; la visión de
la soltería femenina como un fracaso digno de conmiseración o burla (“La
solterona era un tipo rancio, anticuado, cursi”); la Sección Femenina como
plataforma de deporte y bailes regionales, que instruía a la mujer en la
esencia de la sumisión, el recato y el españolismo; el humor de La
Codorniz como subversión y aire fresco, que pasaba de mano en mano y
de ojos en ojos; la niña Topolino, ejemplo de modernidad y snobismo, crudamente
vista por quienes intuían el riesgo de su subversión; el interés que se
desplegaba para que las niñas fueran educadas en colegios de monjas, de donde
salían “doctoradas en vainica y letanías”; la exaltación de la virginidad y la
gazmoñería; la conveniencia de que las mujeres aceptasen de buena gana que sus
novios ya estuvieran “vividos” o “corridos” antes de acceder hasta ellas,
porque la sexualidad masculina tenía urgencias que debían ser comprendidas; o
la reglamentación estricta que regía ceremonias tan inanes como la presentación
en sociedad de las chicas, la petición de mano o la forma en que se podía
saludar a los chicos en la calle.
Una amplia batería de citas
recogidas de publicaciones de la época nos permite conocer, con el léxico de
entonces, el modo en que se adoctrinaba a varones y mujeres en aquel mundo
grisáceo, nacionalcatólico y antiguo.
1 comentario:
Ay ay ayyyyyy!! Lo tengo en casa, lo leí pero...apenas recuerdo nada 😣 esta memoria selectiva mía...
Besitos 💋💋💋
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