Jacinto
Montiel trabajó durante años en la sede de la compañía eléctrica en Villa de
Fuentes y ahora, convertido en un otoñal prejubilado, dedica su tiempo libre a
ser cronista del pueblo y a tratar de demostrar documentalmente una de las
obsesiones de su vida: la existencia de los chatos (unos gnomos que, al parecer,
esconden desde tiempos ancestrales un espectacular tesoro). La consulta de
documentos antiguos y las visitas a la prostituta Begoña, con la que mantiene
una relación venal pero también amistosa, completan las horas de sus días.
Pero la
tranquilidad de la zona se resquebraja cuando comienzan a producirse unos
hechos inquietantes, que se suceden a velocidad de vértigo: la muerte de Pepe
el Veneno, la desaparición y posterior muerte de Mauricio, la quema de unas
carpetas, el furibundo ataque que tiene como víctima al sacerdote de la
localidad, la llegada de un menesteroso circo zíngaro… ¿Qué está ocurriendo en
Villa de Fuentes? ¿Por qué los efluvios del Mal parecen haber decidido cebarse
con la sosegada población? Jacinto Montiel, decidido a averiguarlo, se llevará varias
desagradables sorpresas, que lo obligarán a tomar decisiones a vida o muerte.
Con esta
novela breve que tiene inequívocos aromas de fábula (y que en algunos tramos
recuerda a La coartada del diablo, de
Manuel Moyano), Ismael Orcero consigue seducir a sus lectores mediante una
historia que va llenándose, página tras página, de enigmas, de preguntas sin
resolver y de miedos que se adentran en el alma hasta producir espeluznos. La cubierta de Diana Escribano Henarejos, como siempre, acertadísima.
1 comentario:
Qué pillines los chatos estos... Y yo sin conocerlos 😁
Besitos 💋💋💋
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