jueves, 27 de octubre de 2022

El charnego ilustrado

 


Recibió en el bautismo un nombre de aroma calderoniano (Simón Pedro Crespo) y sus inicios laborales se desarrollaron en un banco. Pero pronto aquel chico de buena familia y criado en un entorno burgués se dio cuenta de que lo suyo era la literatura, así que abandonó trabajo, familia y patria chica para irse a Barcelona y buscar allí su destino en el mundo de las letras. Evidentemente, la vida de un joven bohemio que aspira a ser escritor nunca es fácil; y la suya no podía ser, en ese sentido, excepcional. Simón tendrá que hospedarse en una pensión mediana (regentada por doña Lola), codearse con desocupados borrachines (Teófilo) e incluso con drogadictos (Carmelo) y aceptar trabajos tan peregrinos como breves (pegar carteles de cierto partido político durante la primera noche electoral; servir pizzas como motorista; empaquetar libros en un antro cochambroso). Los cantos de sirena no dejarán de sonar en sus oídos cuando comprenda que doña Lola muestra excesivo interés por su persona, y que bastaría con vencer sus escrúpulos morales para convertirse en un mantenido. Simón prefiere mantener la dignidad y no abalanzarse por ese camino, pero ignora que tendrá que vérselas aún con numerosas angustias callejeras: una banda de neonazis que lo toma por sudamericano y pretende golpearlo; una joven prostituta que quiere mostrarle su gratitud entregándole su cuerpo; unos policías que lo detienen, acusado de un crimen que no ha cometido, y que lo llevan a una comisaría de siniestra fama… Y, sobre todo, un final donde alegrías y penas se confunden y abrazan sobre el corazón del protagonista.

José Cubero Luna vuelve al territorio de la literatura con una novela de grato fluir, donde leemos interesantes reflexiones sobre la búsqueda de un camino personal y donde, sobre todo, contemplamos el mundo de los barrios bajos desde las pupilas de un chico con estudios, que decide sumergirse en la realidad para nutrir con ella sus futuras novelas y cuentos. Sin olvidarnos, claro está, de todos los instantes en que el autor nos desliza opiniones sobre el nacionalismo, las lenguas que conviven, las bandas fascistas que se enseñorean de las calles, las empresas de trabajo temporal o los abusos laborales favorecidos por la crisis. Además, nos ofrece unos magistrales retratos de distintas figuras, que deambulan por las calles y se afanan en la siempre ardua tarea de sobrevivir: Olga, doña Lola o el Tuerto se convierten pronto en personajes que el lector observa casi vivos ante él, dibujados con realismo sobrecogedor.

La editorial MurciaLibro, que apuesta por las obras de José Cubero hace ya varios años, obtendrá sin duda un nuevo éxito con esta novela.

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