domingo, 25 de septiembre de 2022

Teatro

 


Encuentro, editado por Visor, un librito sumamente curioso: una recopilación de seis pequeñas obras teatrales de José Moreno Villa, discreto y poco divulgado autor de la Generación del 27, republicano fervoroso que tuvo que marcharse al exilio después de la guerra civil de 1936 y del que se sirvió Antonio Muñoz Molina como personaje en su novela La noche de los tiempos. El autor de la edición de este Teatro es el misterioso J.G.S.

En “La rica viuda, rica” (1909) descubrimos que, en ocasiones, resulta legítimo mentir a los demás si con eso conseguimos que su orgullo no le impida aceptar los dictados de su corazón. En “La comedia de un tímido” (1922) conocemos a Luis Almadén, un brillante poeta que, aturdido por las gentes de su alrededor, no acierta nunca a desplegar su elocuencia. En “Patricio o Paco El Seguro” (1933) se intenta construir un pequeño sainete sobre el extraño consultorio de “asistencia sexual” que ofrece el protagonista, y al que termina acudiendo una mujer norteamericana. En “Sombras” (inédita), Moreno Villa explora las asechanzas del sueño, que en ocasiones nos revelan deseos antiguos, artificialmente apagados o camuflados. En “Los Gigantes” (s.f.) encontramos a Rita, una muchacha con fama de boba porque cree en los gigantes… pero que terminará descubriendo que su destino está muy relacionado con ellos. Y en “El enanón y el gigantín” (1945), el escritor desliza sus consideraciones sobre la diferencia entre el tamaño corporal y el espiritual, aplicándolo a la escena nacional (“Don Quijote, como Santa Teresa y San Juan de la Cruz, son gigantes espirituales. En España hemos tenido algunos gigantes espirituales, pero pocos gigantes mentales”).

Se trata de pequeñas viñetas dialogadas, muy poco profundas y no demasiado brillantes desde el punto de vista teatral, en las cuales el autor malagueño trata de reproducir pequeñas situaciones cómicas o dramáticas, sin obtener ningún resultado memorable. Creo que Talía y Melpómene no lo auxiliaron, ay, con sus soplos. Qué pena.

He subrayado solamente dos citas en el volumen, que copio aquí para tenerlas más a mano: 1) “El tímido se aparta, se aparta cada vez más de las cosas y de los hombres y llega a la extravagancia sin proponérselo y fácilmente”. 2) “No se trata de cobardía. Si no quiero el triunfo es por comodidad, por la tranquilidad que trae consigo el vivir en la penumbra”.

(Nota bene: ignoro si las faltas ortográficas y gramaticales que presenta este texto hay que atribuirlas al autor o a la edición, pero emborronan innecesariamente el volumen).

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