jueves, 22 de septiembre de 2022

Soledades. Galerías. Otros poemas

 


Empleo dos tardes en leer en voz alta las composiciones de Soledades, Galerías y otros poemas, de Antonio Machado, en la edición que Geoffrey Ribbans preparó para Cátedra. Y me ha gustado esa experiencia de “oírlos”, con lentitud y casi con paladeo. ¿Por qué he elegido esta forma de abordar la lectura? Pues por una razón muy sencilla: que así nos hacían leerlo en el colegio, y así se me quedaron en la memoria composiciones tan hermosas como “He andado muchos caminos”, “Recuerdo infantil", “Yo voy soñando caminos” o “Anoche cuando dormía”, amén de ese poema que ODIO y que se titula “Las moscas” (a quién se le ocurre dedicar un poema a esos bichejos asquerosos). También me ha servido para experimentar un escalofrío al leer y escuchar “En el entierro de un amigo”, conmovedor y solemne.

En líneas generales, y salvados los ejemplos que he anotado arriba, creo que es un tomo donde hay más tanteos que aciertos. Me da la impresión de que Antonio Machado está todavía buscándose, está intentando encontrar su voz, sus temas, su línea poética; pero en estas composiciones (para mí resulta evidente, dicho sea con todo el respeto del mundo) aún no ha llegado a la madurez: demasiadas fuentes, demasiados jardines, demasiada “melancolía”, demasiadas “pomas”, demasiados paisajes “polvorientos” y demasiadas “tardes” (la palabrita aparece en treinta y cinco de los poemas del volumen). Explora senderos modernistas y parnasianos, en los que obtiene resultados aceptables, pero en modo alguno grandiosos. Si se hubiera detenido en esta línea, hablaríamos de un buen poeta menor. Por suerte, evolucionó hasta llegar a sí mismo y, cinco años después, ya nos estaba hablando de los Campos de Castilla.

Siempre resulta placentero leer al sevillano, aunque en esta ocasión se trataba, más bien, de acudir al nacimiento del río, para observar cómo sus aguas se iban deslizando por las rocas, se iban reuniendo y creando ese Duero apoteósico que ahora admiramos y aplaudimos. Conocer al niño para intuir al hombre. Ha sido un experimento que me ha gustado abordar.

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