viernes, 9 de septiembre de 2022

El jardín extranjero

 


Leí en enero de 2022 un poemario de Luis García Montero que se titula Poemas de Tristia, y dejé consignada aquí la frialdad y la nada que me sugirió: ni uno sola de sus composiciones logró emocionarme o maravillarme desde el punto de vista literario. Pero como nunca he sido lector que se rinda a la primera o que formule anatemas con una sola cata (me parece tan precipitado como injusto), he decidido perseverar y me adentro en las páginas de El jardín extranjero, siete meses después, para corroborar mi desagrado o, por el contrario, admitir que este poeta granadino puede llegar a interesarme. Y, aunque todavía con tibieza, me decanto por la segunda línea. He encontrado un aliento lírico y también unos versos que me animan a no abandonar la exploración de manera definitiva.

Dice García Montero: “De mi infancia recuerdo la bruma de los barcos / y una luna deshecha, tatuada en el mar”. Y ese último participio me hace elevar la ceja con admiración.

Dice García Montero: “el cemento enfermo de las primeras casas”. Y el adjetivo me provoca aplausos visuales.

Dice García Montero: “Hemos soñado ya todos los sueños”. Y el verso o aforismo me inclina a cabecear con elogio.

Dice García Montero a una mujer que está pendiente de “la hermosa presencia de tu respiración”. Y me parece una bella línea de amor.

Y como el libro se cierra con una sección titulada “A Federico, con unas violetas” y me parece conmovedora, lo tengo claro: sí, continuaré explorando los versos de Luis García Montero. Se ha ganado ese derecho.

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