Que
las obras de Juan Ramón Santos me gustan muchísimo no supone ningún secreto
para quien tiene la amabilidad de seguir este blog: catorce reseñas avalan ese
entusiasmo. Ahora, con la compañía (literaria) de su hija Mafalda y con la
compañía (ilustrada) de Daniel Gil Segura, disfruto de la obra Una aventura
al pastel (en la colección Tigres de papel, de la Editora Regional de
Extremadura). En ella, una niña inteligente y sensible que acompaña a sus
padres durante la visita a una pinacoteca se va a ver inmersa en una aventura
asombrosa, en la cual viajará por importantes cuadros de la historia de la
pintura, charlará con varios personajes interesantísimos y, en fin, tratará de
ayudar a una dama desvalida, que está a punto de ser devorada por un pérfido
monstruo. ¿El resultado? Una narración fluidísima, llena de sorpresas y sentido
del humor, que encantará a los más pequeños de la casa si tienen ustedes la
buena idea de leérsela en voz alta, al calor de la estufa o metidos en la cama,
bajo un edredón confortable. ¿Que cómo lo sé? Pues porque yo sí que he hecho el
experimento con mi hijo Jorge. Y he visto cómo le brillaban los ojos y cómo me
pedía que le repitiera algunos diálogos, que le mostrara las ilustraciones o
que buscara en Internet los cuadros a los que la obra hace referencia, para
entender mejor los detalles del relato.
Una maravilla, oigan. Tanto el trío de personajes protagonistas (Ruth, Linaza y Trementina) como el trío de artistas que lo han convertido en un libro espléndido (Mafalda, Juan Ramón y Daniel). La Navidad se acerca: no les digo más.