martes, 2 de diciembre de 2025

Sendas de invierno

 


Hay unos árboles acariciados por el viento. Hay unos pájaros que, en medio del silencio, trinan. Está el Moncayo, erguido y monumental. Hay riachuelos que discurren con levedad encantadora. Hay lágrimas de lluvia que humedecen las ventanillas de un tren. Y, frente a todo esto, se detiene la mirada inquisidora y lírica de Fulgencio Martínez, que convierte en tinta ese espectáculo inmortal. Lo más lógico sería que, después, estuviesen nuestros ojos, leyendo los poemas que resultan de esa contemplación, pero no es así. La humildad reverente del poeta lo inclina hacia otra solución: dejar que los ojos de otra poeta, Dionisia García, evalúen esas composiciones, las maticen, introduzcan sugerencias, propongan cambios, varíen el ángulo de la luz. El resultado es Sendas de invierno, la obra que acaba de aparecer bajo el sello Ars Poética.

Si el maestro Pedro García Montalvo nos habló de una primavera que viajaba hacia el invierno, Fulgencio imprime un giro de esperanza al rótulo y lo invierte: es ahora el invierno el que progresa hacia la tibieza primaveral, el que se va llenando de colores y aromas.

Se nos susurra con sabiduría en estas páginas que "envejecer es la sombra / de nuestros esfuerzos fracasados"; que quizá la vida constituya un enigma para el que, por más que nos obstinemos, jamás encontraremos explicación ("Nada sé: nadie sabe. Vivimos solo / en cierta página de un libro / quizá infinito"); o que tal vez deberíamos convertirnos en ese bailarín nietzscheano que se desplaza rítmicamente por la existencia ("Soy el danzante que vuelve a morir / cada hora y cada día desvividos"). Y, desde luego, les aconsejo que no se pierdan los rutilantes juegos poéticos que este volumen nos propone, del que puede servir como muestra el encabalgamiento espectacular que adorna la página 38 ("Todo mi yo a oscuras, como un insecto / atraído a la luz de una pantalla, / se vuelve de golpe iluminado / por una absurda fe / rocidad en mí, contra mí, conmigo").

Un auténtico festín para la inteligencia y para la sensibilidad, como todos los libros de Fulgencio Martínez.

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