Consignemos,
aunque sea levemente, las líneas argumentales de las seis historias que
Cristina Fernández Cubas recopila en su reciente volumen Lo que no se ve
(Tusquets, 2025): dos hermanas que han invertido sus vidas en la obsesiva
imitación de la película ¿Qué fue de Baby Jane? (“Tú Joan, yo Bette”);
una mujer que recuerda con bochorno la forma en que malbarató la amistad de una
poco agraciada compañera de instituto (“¿De qué se habla en las fiestas?”);
cinco estudiantes universitarios, tan engreídos como vulnerables, que
decidieron jugar a las invocaciones demoníacas, iniciando de ese modo una larga
cadena de desgracias (“Momonio”); una muchacha que ha sufrido durante años la
enojosa comparación con su bella y angelical hermana adoptada (“La hermana china”);
un hombre que, inmerso en una relación sentimental no muy dichosa, recuerda un
amor de juventud (“Il Buco”); y una mujer que, en el arrabal de la senectud,
comprende la importancia de realizar un recuento de su vida, un balance
(“Candela Viva”). Ahora bien, ¿existe algún nexo que vincule esta media docena
de narraciones, algún leitmotiv que las hilvane? Si tuviera que decantarme por
uno elegiría el poder que, sobre el presente, ejercen los ayeres infelices; la
sentina de lágrimas que lastra nuestro barco; la espalda dolorosa de nuestro
pecho optimista. Porque Cristina Fernández Cubas, además de una prodigiosa
escritora, es una admirable analista del espíritu humano, que coloca ante los
lectores seis maravillosos cuadros emocionales que, en algún caso, funcionan
como espejos, donde podemos ver reflejados nuestros miedos, nuestros errores,
nuestros arrepentimientos, nuestros fracasos.
Apostar por un libro de la catalana siempre es una buena idea. Lo digo por si están pensando en regalar (o regalarse) algo por Navidad: van a acertar seguro.

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