En
apenas dos tardes (es un libro que se lee con fluidez) me termino la novela Madrid,
noche de tres años, de Antonio Cano Gómez, que intenta arrojar luz sobre un
episodio oscuro acaecido durante la guerra civil de 1936, protagonizado por un
obrero, Ramón Goenaga, del que se pierde la pista en unos días confusos. Nadie
sabe, aparentemente, qué ocurrió con él. Nadie sabe dónde puede hallarse,
muerto o con vida. Y el proceso de búsqueda y reconstrucción, emprendido muchos
años después, arroja tantas luces parciales como impenetrables sombras. Muy
probablemente, porque resulta tarea imposible esclarecer lo que aconteció
durante el fragor de aquellos años sangrientos, en los que todas las venganzas
fueron terribles y en los que todo el rencor se derramó sin freno.
Luchando para mantenerse en una posición neutral, Antonio Cano Gómez nos invita a que avancemos por su territorio narrativo y a que reflexionemos sobre un asunto inquietante: ¿cuántos matices tiene el mal? ¿Cuántos ostenta el bien? Y lo que resulta aún más cenagoso: ¿hasta qué punto una guerra mezcla y salpica entre sí esos ámbitos? No podemos calcular cuántos misterios dejó a sus espaldas (en cunetas o en callejones oscuros, en prostíbulos o en salones nobiliarios) la maldita guerra civil de 1936, pero sí que podemos acercarnos a muchas historias que analizan ese ámbito, porque aquella “longa noite de pedra” (así la bautizó Celso Emilio Ferreiro) ha generado cataratas de tinta. Gracias a Antonio Cano Gómez y a la editorial MurciaLibro tenemos la posibilidad de conocer una más.

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