Disfruto
en este final de diciembre del volumen de relatos Los silencios del Dr.
Murke, de Heinrich Böll, gracias a la traducción de Carmen Ituarte. Y me
deja un buen sabor de boca (¿se podrá decir eso de un libro?), sobre todo en
los tres primeros, que están aromados con un delicado sentido del humor. Se
trata de “Los silencios del Dr. Murke” (donde conozco a un culto y solitario
pensador, que trabaja en la radio y que tiene como afición la de guardar
recortes magnetofónicos en los que se registran silencios), “No sólo en
Navidad” (que me ha sorprendido con la delirante historia de la tía Milla, que
enloquece cuando se retira del salón el abeto navideño y a la que toda la
familia, piadosa y afectuosamente, decide engañar durante días, semanas, meses
y por fin años haciéndole creer que todos los días es Nochebuena) y “Algo va a
pasar” (con ese empleado que, refractario a toda forma de trabajo, encuentra en
una funeraria el destino idóneo para su labor profesional).
Después,
para completar el tomo, Böll incluye dos relatos más (“Diario en la capital” y
“El destructor”), que tratan temas más agrios y más ríspidos (el retorno del
nazismo, bajo disfraz democrático, en el primer caso; los desequilibrios
mentales de un hombre obsesionado con el papel de envolver y con los folletos
publicitarios, en el segundo). Creo que estas dos historias, al perder la
especia del humor, resultan menos atractivas. O, al menos, así me ha parecido a
mí.
Es la tercera vez que incluyo un libro de Heinrich Böll en este Librario íntimo; y me parece que no será la última.

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