Termino
un libro de literatura juvenil que lleva por título el de Toda la tierra
y su autora es Berta Piñán (Acento Editorial, Madrid, 1998).
Es
una obra que maneja bien todo lo relativo al registro coloquial, pero la mayor
parte de los relatos se me han hecho enojosos por su insistencia en un humor
cruel, negro, sardónico o prostibulario. Los que más me han gustado han sido
“Amnesia” (trata de una mujer que, tras sufrir un shock traumático, recupera la
memoria y prefiere no recordar al egoísta de su marido) y “El pindal” (bonita
historia de disgusto y reconciliación póstuma). También resulta gracioso
(aunque el mecanismo narrativo de ir eslabonando personajes ya lo leí en Camilo
José Cela hace años) ese relato que se titula “El mundo es un pañuelo”.
Digamos que se trata de un tomo no especialmente memorable, pero sí distraído.
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