martes, 2 de agosto de 2022

Susurros de la Muralla

 


El colectivo El Retén Literario, que desde hace años burbujea y se agita en Molina de Segura, acaba de hacer público su volumen colectivo Susurros de la Muralla, que edita el sello Tirano Banderas, donde encontramos una quincena de narraciones llenas de imaginación, creatividad y belleza, marcadas por los estilos (individuales, pero complementarios) de sus autores.

Victoriano García Guillén nos deja en los ojos las historias de la esclava Luna y de su hija Nasila, llenas de una belleza lánguida y terrible y salpicadas por una férrea maldición (“Una muralla de historias”).

José Miguel García Avilés logra que un viejo narrador nos encandile con la huida subterránea de varias personas, que terminan llegando a una playa e iniciando un azaroso viaje por mar (“Ibrahim, el cuentacuentos”).

Irel Faustina Bermejo dibuja con sus palabras la lírica relación imposible entre una muchacha criada como varón y el poderoso Ibn Mardanix, que se enamora de sus ojos oscuros (“El destino de una heroína”).

Conchi Andrés Ortega construye una historia (de final moderno y sorprendente) que tiene como protagonista a una muchacha que pierde a sus padres y que terminará viviendo bajo un disfraz masculino, hasta que el Destino le revele su auténtico futuro (“Zaida, la huérfana”).

Meri Martínez nos acerca hasta la antigua venganza de un marido musulmán, magníficamente descrita, que termina repercutiendo en los tiempos actuales mediante una serie de apariciones fantasmales (“La leyenda de la Muralla”).

José Gómez Larrosa, en la narración más larga del volumen, nos relata cómo   Ozmán desgrana para sus oyentes la historia de Muley, que atraviesa la peligrosa zona que controla el bandido Hakem con el objetivo de llegar hasta Mursiya, donde espera encontrar a Wali el Lisiado.

Anto Gambín reflexiona con inteligencia sobre la insensatez y el horror que fomentan todos los muros, que secan el aire y destruyen el espíritu humano allí donde se erigen (“Las otras murallas”).

María de la O Guillén compone un epistolario elegantemente arcaizante, que se extiende entre 1758 y 1804 y que nos cuenta desde varios puntos de vista una historia estrechamente relacionada con Molina la Seca (“La memoria del papel”).

Pilar García López nos habla de un misterioso túnel subterráneo, en cuyo interior no se esconde tanto un misterio ancestral como un peligro terrible, que está a punto de costar la vida a sus descubridores (“El pasadizo”).

Jose Moreno nos invita a participar en un delirante viaje en el tiempo, fruto de la imaginación o del Vega Sicilia, que nos permite conocer la situación inestable de la localidad en el pasado (“La muralla de Hins Mulina”).

Y Adelaida Romero Rodríguez, para completar el ciclo, deja que sea la propia muralla quien tome la palabra y nos cuente detalles sobre sus misterios y su construcción, con gracia sinóptica (“Mi destino”).

Y todavía quedan otras historias, que dejo para que los lectores las descubran por sí solos, si deciden (ojalá que sí) adentrarse en los laberintos de esta obra, llena de ilusión y de propuestas interesantes.

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