Leo un breve trabajo de Alejandro
Fernández Pombo que me ha parecido muy interesante y que lleva el título de Maestro
Azorín. Y aunque las informaciones que proporciona en bastantes de sus
páginas son curiosas y enriquecedoras (no solamente sobre Martínez Ruiz: explica,
por ejemplo, que Caro Raggio fue cuñado de Baroja, y que por eso le publicaba
de forma tan profusa), copiaré tan sólo las dos que, por desconocerlas y estar
centradas en el escritor alicantino, me han llamado más la atención.
La primera es un juicio espléndido
de Vázquez de Mella, quien aseguró una vez lo siguiente: “Donde los demás ponen
coma, Azorín pone punto”. Así es. No creo que se pueda expresar con fórmula más
simpática y exacta.
La segunda es una paradójica apreciación sobre la relación entre Azorín y el mundo dramático: “La peripecia teatral de Azorín es sencilla o compleja, según se quiera. Sencilla porque puede quedar reducida a una palabra: fracaso. Complicada porque es difícil saber la causa; porque los críticos no llegan a ponerse de acuerdo en la calidad teatral y literaria de sus comedias”. Recuerdo haber pensado en algo parecido hace unos años, cuando leí un par de piezas teatrales del monovero. ¿Es bueno? ¿Es malo? Yo tampoco acierto a darme una respuesta rigurosa. Quizá vuelva a ellas dentro de un tiempo para perfilar más detalladamente mi opinión.
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