Cuando
la hoguera del amor concluye, de forma abrupta o erosionada por el paso del
tiempo, suele dejar un rastro de dolor (esa “última forma de amar”, como
escribió el gran poeta Pedro Salinas), que finalmente se resuelve y condensa en
un montoncito de cenizas. Aproximarse a esas cenizas, contemplarlas con piedad
e incluso osar removerlas con un palito, es la función que realizan los nueve espléndidos
relatos que conforman este volumen firmado por Juana Cortés Amunarriz, que se
alzó con el XXXI premio Tiflos de cuento y que la editorial Edhasa publicó
bellamente en abril del año 2021. En cada historia, el color y la temperatura
de esas cenizas son distintos, porque distintos son los protagonistas (parejas
heterosexuales, parejas homosexuales, tríos, amigos) que entran en combustión
en sus páginas; pero el lector se aproxima a todas con el mismo deslumbramiento
y busca la belleza de los perfiles: en “Ada” descubrirá a una chica que
acompaña a su pareja por un cementerio de Roma, sabiendo que tras el viaje y el
retorno a España romperá su relación con él; en “Trincho” conoceremos a una
mujer separada que experimenta la desazón casi rencorosa de que su ex
mantuviese una vida feliz al lado del gato común, con el cual se quedó; en
“Donde crece la hierba” abriremos los ojos hasta la exoftalmia, impresionados
por un argumento amoroso que vulnera los límites de la muerte; en “Carne”
veremos cómo un alimento tan cotidiano como las albóndigas puede convertirse en
una triste metáfora y en un símbolo triste de una cancelación inesperada; y en
“Roma” (el volumen tiene esta humorada-epanadiplosis: el primer cuento se
ambienta en Roma y el último tiene como protagonista a una gata con ese nombre)
veremos cómo la naturaleza puede ser cruel con sus azares anatómicos.
Juana Cortés Amunarriz, que ya me gustó mucho en Queridos niños… o en Las batallas silenciosas, vuelve a hacerlo sin fisuras en esta obra magnífica, que les recomiendo vivamente.
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