Es
probable que muchas personas sigan recordando a Pinhead, ese personaje de
ficción creado por Clive Barker y que en la versión cinematográfica (Hellraiser)
interpretó Doug Bradley: un ser inquietante que tiene toda la cabeza atravesada
por clavos. En ocasiones (y huelga decir que lo estoy diciendo como un elogio),
yo me siento así cuando leo las páginas de mi admiradísimo Miguel Sánchez
Robles. Su lucidez, sus observaciones líricas, sus reflexiones existenciales,
sus imágenes de vigor poderoso y surrealista, sus aforismos definitivos son
como clavos que se hunden en tu cerebro y lo convierten en un erizo literario.
Me vuelve a ocurrir al recorrer durante tres días la impresionante narración Te
llamaré Tristeza, que fue galardonada con el XXIV premio Tiflos de novela y
que ha sido publicada por Edhasa (Castalia) en mayo de 2022.
La
protagonista es una chica clarividente y desorientada, que lee algunos libros
abandonados (sobre todo, de Cioran), toma pastillas que la conducen por viajes
interiores, se acuerda constantemente de su padre (calcinado por sus adicciones
a la droga) y busca con desesperación, desde que salió del instituto y se
introdujo en el mundo del sexo mercenario, respuestas o caminos, ángeles o
caricias, amaneceres y calor. A través de saltos hacia atrás y hacia adelante,
y utilizando la técnica de pequeñas diapositivas que tan excelentes resultados
le ha dado a Miguel Sánchez Robles en los últimos tiempos, los lectores
recibimos un puzle diabólicamente atractivo y diabólicamente complejo que
tendremos que armar con atención y paciencia, porque sirve para reconstruir el exterior
y el interior de Tristeza, el espacio y el tiempo, las emociones y las
esperanzas, sus compañías y sus soledades.
A
nada se parece la narrativa de Miguel Sánchez Robles cuando escribe textos como
Te llamaré Tristeza (invocar el viejo Oficio de tinieblas 5, de
Camilo José Cela, resultaría oportuno, pero insuficiente), y eso implica que se
ha adentrado por un camino personalísimo, fértil, inimitable, donde lirismo y
brutalidad se dan la mano para llenarnos de luz y de inquietudes. Así que les
propongo un reto o un experimento: acérquense al libro y ábranlo por cualquier
sitio. Por cualquiera. Del principio o del final. Lean esas dos páginas. Dudo
que sean capaces de resistir la tentación de empezar por la primera y devorar
el volumen entero. Si no me creen, compruébenlo.
Nadie está literariamente por encima de Miguel Sánchez Robles en la literatura actual. Es mi opinión.
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