Nada más
iniciar la lectura del libro Relato
soñado, de Arthur Schnitzler (en la traducción de Miguel Sáenz), me pareció
advertir ciertos aromas y ciertas frases que me llevaban hasta los fotogramas
de la película Eyes Wide Shut. Por
ejemplo, cuando la esposa del doctor Fridolin le habla a su esposo del misterioso
hombre por el que sintió excitación onírica la noche anterior: “Si me hubiera
llamado, no hubiera podido resistirme. Me creía dispuesta a todo; creía estar
prácticamente decidida a renunciar a ti, a la niña y a mi futuro, y al mismo
tiempo (¿puedes comprenderlo?) me eras más querido que nunca” (página 11). Son
palabras muy similares a las que pronuncia Nicole Kidman, para desconcierto de
Tom Cruise. Como es natural, me fui hasta Internet y descubrí que la obra
cinematográfica está basada en este relato del autor vienés.
Acabada
la lectura, compruebo que las conexiones son evidentes entre libro y película,
pero que el novelista explora mucho más en el desgarro íntimo de sus personajes,
cifrado en sus obsesiones sensuales. Arthur Schnitzler nos coloca ante las
torturas íntimas de los dos miembros del matrimonio, que se ven zarandeados por
inquietudes que los perturban: Albertine, en forma de sueños (siempre un hombre
que se interpone entre su marido y ella, y que la sitúa en el borde de un
acantilado de deseo); Fridolin, en varias experiencias reales, que no terminan
de concretarse en infidelidad alguna (la huérfana que le declara su pasión de
forma casi suplicante, con el cuerpo aún caliente de su progenitor en la cama;
la joven prostituta que lo invita a subir a su casa; la mujer enmascarada que,
en la fiesta secreta a la que acude, se presta como valedora para que lo
liberen). En ese doble burbujeo de sexo reprimido, tanto el marido como la
esposa sienten que quizá estén vulnerando el contrato amoroso, y se plantean
una posible separación. Pero en las páginas finales conseguirán hablarlo
sinceramente, tumbados en la cama, y pondrán sus cartas a la vista de la otra
persona, para encontrar una solución a sus traumas.
Con una prosa de fina penetración psicológica, con la cual Schnitzler consigue que el lector abra mucho los ojos y trague saliva (recordando que alguna vez ha sentido esas mismas perturbadoras emociones), esta novela breve se convierte en una historia tan inquietante como imposible de olvidar.
1 comentario:
Ni libro ni película me son conocidos, aunque la película me sonaba pero luego me he dado cuenta que me había equivocado con otra 😅
Felices Fiestas 🎄🥳🎁💋
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