Aprovechando
estos días de cuarentena por el dichoso coronavirus vuelvo a libar en las
páginas de Jean-Paul Sartre, al que hace bastante tiempo que no volvía (lo leí
mucho durante mi época universitaria, antes de conocer a Albert Camus, que me
parece superior). Y lo hago con su obra Las
moscas, la célebre pieza de inspiración clásica en la que Orestes vuelve a
Argos y, sin haberlo planificado de forma consciente, cumple su terrible
destino de venganza, matando a su madre Clitemnestra y a su feroz padrastro Egisto.
Humanamente solo, épicamente solo (ni siquiera su hermana Electra respalda su
gesto, aunque lo incitó a ejecutarlo) se libera de los dioses al haber elegido
su propio camino.
Pieza
hermosa y desgarrada, que me devuelve la dicción existencial del filósofo
francés y que me recuerda cuánto me gustan las recreaciones de los mitos
clásicos en cualquier formato (novela, teatro, poesía).
Anoto dos
frases que me parecen notables en la obra: “Nuestro deporte nacional: el juego
de las confesiones públicas”. “Hay muertos que se adelantan a la cita”.
1 comentario:
Créeme si te digo que la leí hace treinta años y...no recuerdo a penas nada. No voy a pedir perdón ni a fustigarme, ya lo reeleré 😁💋
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