Reconozco
que, de todos los libros que ha publicado Marta Zafrilla en la editorial Cuento
de Luz, siempre he sentido una especial debilidad por Hijito pollito (las ilustraciones de Nora Hilb contribuyen no poco
a esa debilidad, tampoco habré de ocultarlo), porque creo que en sus páginas captó con enorme delicadeza
todos los matices del mundo de la adopción: la ternura, la protección, el
respeto, la sinceridad, el amor infinito.
Se nos
cuenta en este volumen, de una forma amena y sonriente, cómo una gata se convierte en la madre de un pollito
huérfano. Es cierto que los demás podrán asombrarse de esta decisión (por la
evidente diferencia física entre ambos), y es probable que reciban miradas de
estupor por parte de quienes los rodean (incapaces de entender la armonía dulce
que entre ellos se establece), y que no todos entenderán que ella lo eduque
como un pollito (pese a ser una gata); pero qué más da. El amor es una
decisión. La familia es un proyecto afectuoso. Los vínculos de cariño se
eligen, se miman, se acorazan frente a las asechanzas del exterior.
Hijito pollito es un
tratado sobre el amor sin límites, sobre el sacrificio sonriente, sobre la
entrega incondicional. Y es también un canto a la tolerancia (trompeta de
Jericó que derriba muros aparentemente inexpugnables), una lección de dulzura.
Nos explica con un ejemplo delicioso que el amor nace y burbujea en el corazón;
y que, frente a esa evidencia, todas las adversidades acaban rindiéndose,
agotadas.
No sé
quién aprende o disfruta más con estas páginas: los hijos o los padres.
1 comentario:
Muchas gracias por tu amoroso comentario, Rubén. Y por haber considerado también los dibujos. Fue un placer ilustrar este precioso cuento. Un abrazo desde Argentina.
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