martes, 14 de julio de 2020

El viaje de Jonás




Un hombre que acaba de llegar a la esplendorosa Nínive decide adquirir, en un local exclusivo llamado Tiffany´s, un lujoso bastón con empuñadura de plata, que considera necesario para ejercer a partir de ese instante su oficio. Y, antes de abandonar la ciudad, compra para su esposa unos pendientes de lapislázuli (que tienen la forma de un elefantito) y le compone un breve poema de amor. Cuando su marido traspasa el umbral de su vivienda, ella compara el bastón egipcio con los colgajos de bisutería que pretende encasquetarle su marido. Y el enfado la impulsa a rechazar el regalo, espetarle que el poema que ha compuesto es “una mierda” y no dirigirle la palabra durante las siguientes semanas. Hasta aquí, podríamos considerar que nos encontramos ante una simple disputa doméstica… pero si añadimos que el varón del que estamos hablando es un conocido profeta de la Biblia, la escena adquiere un tono innegablemente humorístico.
De esa forma empieza El viaje de Jonás, una curiosa novela de José Jiménez Lozano, en la que se revisan desde una óptica jocosa y llena de anacronismos simpáticos las peripecias del profeta (“pequeño”, se insiste muchas veces) que, convocado por Yahvé para que clamase contra la viciosa localidad de Nínive, se sintió desbordado por la encomienda y trató de huir por el Mar Nuestro rumbo a España. Engullido después por una ballena (o por un ingenio submarino ideado por los argonautas, dado que no existen ballenas en dichas aguas) y aceptado el encargo divino, Jonás ejecuta su misión. Pero cuando Yahvé decide perdonar a los ninivitas tras tu arrepentimiento Jonás se siente desautorizado y se amostaza infantilmente.
Un relato lúdico, desinhibido, chispeante y con una veta de humor que recuerda, en algunos momentos, al don Camilo de Giovanni Guareschi.

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