Un hombre
que acaba de llegar a la esplendorosa Nínive decide adquirir, en un local
exclusivo llamado Tiffany´s, un lujoso bastón con empuñadura de plata, que
considera necesario para ejercer a partir de ese instante su oficio. Y, antes
de abandonar la ciudad, compra para su esposa unos pendientes de lapislázuli (que
tienen la forma de un elefantito) y le compone un breve poema de amor. Cuando su
marido traspasa el umbral de su vivienda, ella compara el bastón egipcio con
los colgajos de bisutería que pretende encasquetarle su marido. Y el enfado la
impulsa a rechazar el regalo, espetarle que el poema que ha compuesto es “una
mierda” y no dirigirle la palabra durante las siguientes semanas. Hasta aquí,
podríamos considerar que nos encontramos ante una simple disputa doméstica…
pero si añadimos que el varón del que estamos hablando es un conocido profeta
de la Biblia, la escena adquiere un tono innegablemente humorístico.
De esa
forma empieza El viaje de Jonás, una
curiosa novela de José Jiménez Lozano, en la que se revisan desde una óptica
jocosa y llena de anacronismos simpáticos las peripecias del profeta
(“pequeño”, se insiste muchas veces) que, convocado por Yahvé para que clamase
contra la viciosa localidad de Nínive, se sintió desbordado por la encomienda y
trató de huir por el Mar Nuestro rumbo a España. Engullido después por una
ballena (o por un ingenio submarino ideado por los argonautas, dado que no
existen ballenas en dichas aguas) y aceptado el encargo divino, Jonás ejecuta
su misión. Pero cuando Yahvé decide perdonar a los ninivitas tras tu
arrepentimiento Jonás se siente desautorizado y se amostaza infantilmente.
Un relato
lúdico, desinhibido, chispeante y con una veta de humor que recuerda, en
algunos momentos, al don Camilo de Giovanni Guareschi.
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