Ciudad
emblemática, en la que burbujean los recuerdos de Franz Kafka, Giacomo Casanova
o Wolfgang Amadeus Mozart; pero donde también se escuchan en el aire los
lamentos de los judíos masacrados, y los aullidos de los invasores soviéticos,
y la amargura de los destinos torcidos.
Manuel
Vázquez Montalbán detiene su mirada lírica, herida y triste en la ciudad por la
que pasaron Milan Kundera, Rainer Maria Rilke, Bohumil Hrabal o Jaroslav
Seifert; pero donde también vivieron anónimos camaradas que fueron asesinados
de la manera más vil (“aprendisteis a avanzar de espaldas / para oír cara a
cara el tiro de gracia”), y donde tuvo que soportarse “la obscenidad del tanque
enhebrando ventanas”, y donde resultaba transparente “la división entre el que
muere y el que mata”.
Puentes
hermosos e ideales pisoteados. Kafka sufriendo línea a línea sus obras.
Laberintos y metáforas. Encrucijadas y calles sepultadas por la niebla. Y un
escritor que abandona la puntuación y que retuerce la sintaxis para dejar que
los pensamientos y las emociones fluyan sin torrenteras convencionales.
“Todo
lenguaje es un tam tam / que pide socorro en una lengua / inaceptable”, se lee
hacia la mitad del libro. Este volumen de poesía tiene mucho también de tam
tam, y de lamento lánguido, y de fracaso convertido en versos.
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