La tía
Leonor se casó con el notario Palacios, pero pronto comenzó a añorar a su primo
Sergio, del que estuvo enamorada en la adolescencia, consciente de que “hay
menos tiempo que vida”. La tía Elena volvió con su padre, en plena noche y
subidos en una carreta, para recuperar las botellas de vino que quedaron en la
bodega de su casa tras ser requisada por los revolucionarios. La tía Charo
mintió para defender a un sacerdote llegado a Puebla, al que las malas lenguas
atribuían un origen republicano español. La tía Valeria tuvo un felicísimo
matrimonio, porque cada día imaginaba que su esposo era otro hombre, fascinante
y mágico. La tía Fernanda soportó los rutinarios millones de tareas domésticas
(incluidos hijos y marido) gracias un delicado amante. La tía Chila abandonó a
su esposo y se volvió fuerte desde aquel día en que él intentó maltratarla. La
tía Clemencia era dueña de una fogosidad sexual libre, alegre y ecuménica. La
tía Magdalena le fue infiel a su marido, pero éste la perdonó y siguieron
siendo felices. La tía Jacinta, al morir su hermana Marcela por un cáncer de
pecho, cuidó de los hijos de ambas y heredó sus sueños. La tía Mónica “hubiera
querido tocar el piano como Chopin y que alguien como Chopin la tocara como si
fuera un piano”.
Ángeles
Mastretta nos ofrece en esta obra (que apenas he resumido en el párrafo
anterior: es mucho más rica y fascinante) un abanico de mujeres que, situadas
ante las encrucijadas que les iba colocando delante la vida, tomaron
decisiones; de mujeres que, en momentos difíciles, olvidaron las muletas
varoniles y se arremangaron para luchar; de mujeres que se erigieron en aurigas
de sus propios destinos y que, aferrando el látigo con una firmeza inesperada,
pusieron al galope los caballos del presente, sin permitir que nada ni nadie
les arrebatase ese control. Mujeres fuertes. Mujeres decididas. Mujeres que
conocieron “a los
encendidos corazones que les tomarían la vida y el vientre para llenárselos con
sus apellidos”, pero que muchas veces sintieron que el cuerpo les vibraba por
otro hombre, de una forma incontenible. Mujeres que fueron instruidas en “el patético
carácter de irreversible que tiene el pacto conyugal”. Mujeres
que vivieron o que, al menos, intentaron vivir. Mujeres que fueron creando la
Historia y el futuro.
Un hermoso
libro.
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