Ángel Salazar
Ugarte nació en la localidad murciana de Alcantarilla, hijo de un humilde
albañil y una mujer que se ocupaba, como tantas otras en su tiempo, de la
intendencia de la casa. Unos años después, nació su hermano pequeño. Hasta
aquí, el dibujo doméstico que José Antonio Jiménez-Barbero nos plantea en su
novela no resulta demasiado llamativo. Pero las cosas cambiarán cuando su
protagonista, que narra los hechos en primera persona, nos explique que no
soportaba los continuos lloriqueos del bebé y que por eso tomó la decisión de
ahogarlo con la almohada. Descubrimos en ese instante el desequilibrio mental
grave que padece Ángel, y que no irá sino ampliándose, enturbiándose y
adoptando ramificaciones a lo largo de la obra: compañeros de clase a los que
humilla, golpea o extorsiona; niñas de las que abusa de una forma inicua;
animales a los que tortura salvajemente; vecinas a las que somete a actos
vandálicos; trapicheos con la droga… Apenas es concebible un modo de la
barbarie en el que este angelito (valga el juego de palabras) no incurra con
entusiasmo.
Pero sus
tormentosas andanzas sufrirán un grave revés cuando un suicidio y un homicidio
pongan a las autoridades sobre alerta y Ángel sea condenado a cumplir dos años
de internamiento en un centro de menores donde recibirá medicación
antipsicótica y donde tendrá que enfrentarse a varias personas que, quizá tan
virulentas y tan despiadadas como él, pretenderán anularlo.
Con esta
obra audaz, bien documentada, carente de melindres y que se enfrenta sin
tapujos con los meandros cenagosos de una mente enferma, José Antonio
Jiménez-Barbero logra el propósito más difícil: que su ficción suene a verdad,
que nos creamos a su protagonista y, sobre todo, que nos preguntemos cómo es
posible que una novela nos perturbe tanto, nos desazone tanto, nos revuelva
tanto las tripas. Todo un logro por parte del autor. El esfuerzo, espectacular
y complejo, produce unos resultados inigualables.
2 comentarios:
Ay, ya me has despertado otra vez la curiosidad, mira que eres comprometedor...😏
Besos 💋💋💋
De nuevo, gracias por tu generosa reseña. Un abrazo.
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